jueves, 30 de abril de 2015

La evolución de las especies y las marcas

En entornos cambiantes, y  a menudo agresivos, las pequeñas y las grandes empresas se sabe que tienen sus ventajas y desventajas, y que también cada caso puede ser singular en función de las categorías de producto, los mercados y el desenvolvimiento de las empresas y sus marcas.

Sin exagerar la analogía entre el evolucionismo en biología y los ciclos de vida de los productos, no se trata tanto de considerar a las empresas y las marcas como fuertes o débiles, sino como ágiles, desde un punto de vista  estratégico, para desarrollar un concepto de negocio y un posicionamiento adaptándolo a los cambios en el  mercado. Probablemente no haya sino que hacer un seguimiento de las gamas de oferta y las líneas de producto en relación al significado de la marca en la mente de sus consumidores. Las clasificaciones de marcas más valoradas serían como un “torneo de la regularidad”,  pero sin polémicas arbitrales.

Y de fondo el “efecto primacía”, la importancia de “las primeras impresiones” y el “esquema mental” que las mejores marcas hayan podido desarrollar durante años, a veces muchos años, desarrollar y fecundar en función de cómo creen sus compradores que son sus necesidades. Necesidades, sí, esa palabra a veces controvertida, mayormente fuera del ámbito profesional del marketing. Los ejemplos o los “casos de estudio”  se pueden elegir a voluntad, pero mirando de reojo a los rankings de marcas más valoradas. Las marcas son valoradas en función de necesidades o deseos, más o menos relevantes, pero que existen.

Quizás un enfoque posible para las empresas se podría expresar como ir más lejos por el mismo camino, eso que se dice de los  grandes artistas, algo que no excluye la creatividad empresarial. 


Claudio Contreras 


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