El síndrome de los dedos gordos y la
persecución de los posibles clientes
El
recorrido de algunos formatos de la publicidad en internet podría haber
inspirado a Jorge Luis Borges alguna narración para su “Historia universal de
la infamia”. Esta inocente exageración
tiene por objeto llamar la atención acerca de una práctica que no hace sino
extender una actitud negativa hacia las marcas, el marketing y una comunicación
comercial que es percibida por algunos usuarios de internet como un abuso.
Quizás exista un desfase entre internet y un enfoque de las estrategias de
comunicación, un enfoque que no se ha actualizado hasta el punto de resultar
que, con demasiada frecuencia, parecen
estrategias de incomunicación, o algo peor.
Que el
tamaño de los dedos parezca también a veces que no se adapta al manejo de los
dispositivos móviles, y que en ocasiones se cometan errores o se hagan
elecciones que son involuntarias, es algo ocasional, pero puede acontecer junto
con la presencia excesiva de mensajes o reclamos comerciales que no son
requeridos por los usuarios. Hay mensajes que parecen entrometerse en un uso
voluntario de un canal de comunicación que, a pesar de ello, no deja de ser
sugestivo y muy útil. Pero el conjunto
de pequeños impedimentos o intrusiones no hace la experiencia del usuario de la
red, y potencial cliente, tan agradable como podría ser.
Es
curioso que la relevancia que se da al marketing experiencial desde hace tiempo
siga coincidiendo con algunas aplicaciones de la publicidad como los anuncios interstitials, que todo parece indicar que a menudo no son
bien recibidos, por decirlo de forma suave. Si se ha pensado en comités, como
el de IAB Spain que puedan buscar soluciones a tal clase de problemas, y a los adblockers, es porque hay algo parecido
a un desfase, un agujero o un gap
entre la publicidad y alguno de sus usos que no están muy adaptados a las
motivaciones y el entorno tecnológico, real y actual. Hay que interpretar aquí
que no se trata de aplicar tecnología para perseguir al usuario y posible
cliente online, sino para que tenga a la vez una experiencia satisfactoria. Mind the gap dicen los carteles del “Metro”.
Y de fondo la “amenaza” de los algoritmos de Google penalizando algunas
prácticas especialmente molestas.