miércoles, 23 de diciembre de 2015


El síndrome de los dedos gordos y la persecución de los posibles clientes

El recorrido de algunos formatos de la publicidad en internet podría haber inspirado a Jorge Luis Borges alguna narración para su “Historia universal de la  infamia”. Esta inocente exageración tiene por objeto llamar la atención acerca de una práctica que no hace sino extender una actitud negativa hacia las marcas, el marketing y una comunicación comercial que es percibida por algunos usuarios de internet como un abuso. Quizás exista un desfase entre internet y un enfoque de las estrategias de comunicación, un enfoque que no se ha actualizado hasta el punto de resultar que, con demasiada frecuencia,  parecen estrategias de incomunicación, o algo peor.
Que el tamaño de los dedos parezca también a veces que no se adapta al manejo de los dispositivos móviles, y que en ocasiones se cometan errores o se hagan elecciones que son involuntarias, es algo ocasional, pero puede acontecer junto con la presencia excesiva de mensajes o reclamos comerciales que no son requeridos por los usuarios. Hay mensajes que parecen entrometerse en un uso voluntario de un canal de comunicación que, a pesar de ello, no deja de ser sugestivo y muy útil.  Pero el conjunto de pequeños impedimentos o intrusiones no hace la experiencia del usuario de la red, y potencial cliente, tan agradable como podría ser.

Es curioso que la relevancia que se da al marketing experiencial desde hace tiempo siga coincidiendo con algunas aplicaciones de la publicidad como los anuncios interstitials,  que todo parece indicar que a menudo no son bien recibidos, por decirlo de forma suave. Si se ha pensado en comités, como el de IAB Spain que puedan buscar soluciones a tal clase de problemas, y a los adblockers, es porque hay algo parecido a un desfase, un agujero o un gap entre la publicidad y alguno de sus usos que no están muy adaptados a las motivaciones y el entorno tecnológico, real y actual. Hay que interpretar aquí que no se trata de aplicar tecnología para perseguir al usuario y posible cliente online, sino para que tenga a la vez una experiencia satisfactoria. Mind the gap dicen los carteles del “Metro”. Y de fondo la “amenaza” de los algoritmos de Google penalizando algunas prácticas especialmente molestas.

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