viernes, 24 de junio de 2016

“Ventanas de atención” y binge watching

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Una cierta desafección de los millenials con las formas de producir y distribuir cine al estilo Hollywood, y la pérdida de atractivo de la televisión y sus formatos y tiempos tradicionales, hacen patente una brecha en la aceptación de tales medios. A la, posiblemente exagerada, cantidad de contenidos que el público ha de prestar atención, y que apenas observa, va sucediendo lógicamente  una cantidad mínima de interés por parte de ese público hacia lo que ofrecen muchos medios. A la “ventana de atención”, o cantidad  mínima de atención e interés disponible de los clientes y consumidores potenciales, hay que añadir que pueden darse atracones de series de televisión, capítulos y temporadas enteras si lo desean, porque la tecnología y los hábitos de consumo así lo permiten y lo dictan. Se llame atracón o binge watching. Si pueden ver lo que quieren y en cantidad, queda menos margen para hacerles ver lo que no quieren, particularmente los anuncios comerciales.
Es cierto que para todo hace falta perspectiva y que se puede interpretar como apresurado el diagnóstico acerca del consumo de internet y sus posibles consecuencias negativas, incluso suena algo apocalíptico, por tomar el calificativo que hizo notorio Umberto Eco, afirmar que la digitalización contemporánea hace a las personas más dispersas, desmemoriadas y con poca capacidad de mantener la atención. Pero es el contexto que parece más actual en la información y los medios de comunicación. Es cierto que hace falta perspectiva, pero también hace falta algo de perspicacia y realismo, también las compañías tabaqueras hace décadas afirmaban que no estaba demostrado de forma concluyente y científica el daño a la salud de su producto. Y el cambio climático no anda muy lejos de tales formas de prudencia en los diagnósticos. Pero cambiando todo lo que hay que cambiar al comparar las perspectivas del tabaco, el clima y la capacidad de atención, especialmente en lo que respecta a la salud, conviene ser realistas y comprender que sí, probablemente hay un problema de inadecuación entre oferta y demanda de mensajes de todo tipo, en cantidad y en calidad. Y seguir insistiendo en la persecución de los potenciales receptores no es lo más ingenioso ni  creativo, ni tampoco avanzado, ni siquiera es del todo lógico.
Quizás a pesar del intento de actualizar con frecuencia las estrategias de las aplicaciones tecnológicas, no se afronta ni actualiza la comprensión del asunto clave, cómo funciona la mente humana.

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