El deseo
de aprobación por parte de los demás, la necesidad de que la persona se sienta
integrada en su grupo social, la búsqueda de una recompensa emocional a través
de la participación en redes sociales, no ha de sorprender demasiado. Las
investigaciones que lo confirman son bien venidas, y más bien venidas si se descubren nuevos matices al
respecto de esa necesidad de integración y aprobación que, se quiera o no, está
detrás de muchas decisiones de consumo de productos y servicios. Llega la
temporada alta para los viajes y el turismo y, por ejemplo, viajar a aquellos
destinos turísticos a los que parece que hay que viajar para “no quedarse
atrás”, y para contarlo, en no pocos casos será una motivación a tener en
cuenta.
Las
marcas hacen bien en estar al tanto de si se producen cambios en algo que ya
los clásicos, en este caso los de la literatura, tenían bien sabido. Que se
aprende a desear, o que se aprende a desear lo que desean los demás, no es algo
nuevo tampoco, pero que el concepto de privacidad, o la práctica de la
privacidad puedan estar cambiando y que tenga que ver con algunas variables de
segmentación de los mercados, sí que es algo para estar al tanto de posibles
cambios en algo tan nuclear en la personalidad y el estilo de vida, como
consumidores y como personas simplemente. Acaso hay que replantearse también el
concepto de consumidor y sustituirlo a veces por el de “exhibidor de productos”
en público, o el de consumo de servicios, también en público, y de una forma
que parece tener vocación de “publicidad”. Suena mal “exhibidor”, pero en
algunos casos el consumo de un producto o servicio parece un consumo retórico, algo así como “si consumo
tal cosa es porque soy de tal manera como persona, yo y los de mi grupo
social”.
Pero de
vez en cuando pasan cosas extraordinarias como que un profesional, el community manager de una empresa
relevante en su categoría de mercado, por descuido o por error mezcle, se
supone que de manera inadvertida, el plano personal de las opiniones, en este
caso políticas, y el plano público de su actividad profesional esencial. El
caso es conocido, la empresa no debiera verse afectada pero es posible que sí
ocurra tal cosa, y es quizás uno de esos casos en que no hay más remedio que
convertir un problema en oportunidad, o esperar a que el daño no sea mayor.
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