miércoles, 8 de junio de 2016

Las redes sociales y el botón de compra

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Estamos acostumbrados a encontrar con frecuencia que ocurren cosas nuevas en el marketing, o se hace que ocurran, y que para bien o para mal tienen algo de innovador, algo de sorprendente incluso, y algo de ajuste a hechos y principios que conocemos y que nos ayudan a situarnos mejor en un entorno muy dinámico, a veces más que dinámico es un entorno atropellado por los acontecimientos. El “cortoplacismo”, los sistemas, las redes y las conexiones, a veces no evidentes, son hechos y principios, incluso teorías, que pueden explicar las tensiones y las decepciones que en este caso hayan podido conllevar los botones de compra en las redes sociales digitalizadas. Digitalizadas, sí, no hay que olvidar que  las “redes sociales” tienen el suficiente tiempo de existencia como para haber sido objeto de investigación antes de que internet y el entorno online las hicieran expandirse de una  manera que no tenía precedentes.
Esa combinación entre lo que se conoce y lo innovador, es la “almendra” de casi todo, por decir casi, y también ocurre que en el marketing y en el marketing online ayuda a situar los hechos con alguna mayor claridad o visión de conjunto. El “cortoplacismo”, la motivación excesiva por buscar resultados a corto plazo ha llegado a formar parte de lo que se ha denominado “antimarketing”. Atención, se ha dicho motivación excesiva, buscar resultados y que aparezcan preferiblemente antes es, más que lógico, deseable, pero a menudo no es así y hace falta un plazo de tiempo más estratégico, más largo. Esconderse en el largo plazo tampoco es recomendable, pero es posible que las compras a través de redes sociales digitalizadas lleguen a ser mucho más significativas, y  las noticias que llegan acerca de la pérdida de confianza en los buenos resultados inmediatos queden, en un futuro no muy lejano, como algo motivado por una ambición ajena a cómo ocurren a veces las cosas. No es poca cosa que las RRSS estén ya siendo parte del proceso de compra. Pero, que el e-commerce funciona es incuestionable, que determinados segmentos de mercado compran más y se guían más por la información y las ofertas, especialmente a través de los móviles, parece una realidad. Si, en “Las conexiones ocultas” Fritoj Capra se atrevía a desentrañar relaciones mucho más complejas que las del proceso de compra, y a  hacerlo con fundamento, no hay por qué desesperar acerca de que el social commerce llegue a su crecimiento y madurez.

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