A
propósito de la desaparición de Emilio Botín e Isidoro Álvarez y de la
autoridad que han representado para el Banco
de Santander y El Corte Inglés, en
recientemente ha habido alguna reflexión acerca de
las marcas y el marketing. En realidad en “La gestión de las marcas”, el
artículo concreto, se ha presentado a ambos líderes empresariales como
embajadores de sus empresas y sus marcas, pero ello lleva a reflexionar acerca
de una auténtica estrategia de marcas y empresas.
A
menudo puede constatarse que no parece haber una suficiente atención hacia la
marca. No parece el caso ni mucho menos de El
Corte Inglés o el Banco de Santander, pero sí el de
demasiadas empresas que parecen relegar a la marca y a las acciones y
estrategias necesarias para que sobrevivan en mercados complejos y cambiantes
como los actuales. Se sabe que la realidad requiere esos cuidados, pero también
parece que a la hora de concretar las inversiones y las decisiones se olvida esa
realidad.
Con
frecuencia se encuentran comentarios acerca de que el departamento de marketing
está supeditado a otros departamentos o que no tiene la consideración
necesaria. De ahí a enfoques denominados “cortoplacistas” y poco estratégicos
no hay mucha distancia. A nadie escapa que siempre se busca lo mejor para las
empresas pero a veces se busca mal o no se encuentra. En el artículo de
referencia se llega a afirmar que en algunas compañías se sigue viendo al
marketing como algo accesorio, incluso como algo prescindible o de menor
importancia.
Entre
una falta de ponderación suficiente de la importancia de las marcas y el
marketing, y el desconocimiento de su importancia hay mucha diferencia, pero
los resultados pueden ser parecidos y negativos. Desconocer que la marca o las
marcas de la empresa son su activo más valioso, o incluso el único desde un
punto de vista de marketing, es grave y no es tan frecuente. Pero muy
posiblemente, no actuar de forma efectiva y a tiempo para hacer valer ese
activo, sea algo más frecuente de lo que parece.
Si
no se cuidan con el máximo rigor todos los detalles que pueden beneficiar o
perjudicar a las marcas, esos delicados y relevantes activos intangibles, y si
no se hace a tiempo, los resultados no pueden ser buenos, antes o después.
Precisamente habría que analizar desde esta perspectiva, y como ejemplo, el reciente relevo de
dirigentes en las dos grandes empresas mencionadas, Banco de Santander y El Corte Inglés, pero es un análisis que
no es el objeto de estas líneas, ni se puede ni se debe hacer a la ligera.
Dos
grandes empresas que probablemente han estado a la altura de las
circunstancias, como seguramente lo estuvo en su momento Apple cuando hubo de
sustituir a Steve Jobs y como lo está cuando lanza algunos de sus productos.
Pero hasta la empresa de la manzana mordida siente cerca el aliento de sus
competidores y perseguidores, y por ello ha llegado a ser descrita no tanto
como una empresa de tecnología sino como “una empresa de marketing”. Un
auténtico halago desde un punto de vista profesional. Si para los menos
avisados pudiera parecer una crítica o una descalificación no es lo que ahora
nos importa. Pero ninguna de las empresas citadas ni todas las demás pueden
dejar de esmerarse en mimar sus marcas y hacerlo siempre y en todas las
circunstancias.
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