jueves, 2 de julio de 2015

El cambio en los mercados y su gestión

Un cambio “sustancial” se ha diferenciado tradicionalmente de un cambio “accidental” por la propia esencia de ese cambio. En cierto modo el cambio que han producido las redes sociales en el marketing y los mercados no ha modificado la naturaleza esencial del mercado, pero la profundidad del cambio en características y circunstancias conocidas del marketing, lleva a reflexionar algo acerca de las consecuencias habituales de lo que ha ocurrido en los últimos años.
Se pierde de vista a menudo que en la teoría y en la práctica las “redes”, o las “redes sociales”, ya existían con anterioridad a lo que hoy se identifica clara y directamente con las redes sociales en el entorno online. Ocurre también a menudo que pasa desapercibido el hecho de que muchas de las cosas que la generalización de la tecnología digital y sus aplicaciones comerciales parecen haber inaugurado son profundizaciones, eso sí extraordinarias, en circunstancias y dificultades habituales del marketing.
La influencia de unos consumidores en otros siempre ha existido, pero ha existido  no sólo por la lógica de las relaciones humanas, sino como factor comercial a tener muy en cuenta. Parece evidente que las RRSS implican una progresión casi incalculable de las consecuencias de esas influencias. Es así en todos los mercados pero puede considerarse que no es exagerado que lo sea aún más en algunos mercados como el turístico. Las propias características intangibles de los “productos” y servicios turísticos y, en general, del mercado turístico, hacen que sea un sector comercial particularmente afín al entorno online y la trama de comentarios y recomendaciones entre consumidores y potenciales consumidores.
Se comenta por estas fechas la
necesidad de no descuidar durante el verano la gestión de las redes sociales por parte de las empresas, y se hace hincapié en que sectores especialmente estacionales como el turismo han de poner un singular cuidado en ello. No es una cuestión de oportunismo o, en el peor sentido, no es una cuestión de “cortoplacismo”. Es una circunstancia estratégica en el más amplio y grave sentido de la expresión. Es decir, se trata de tomarse muy en serio la competencia con otras empresas, y las posibles reacciones de los clientes, ahora y en el futuro.

Claudio Contreras

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