miércoles, 3 de febrero de 2016

Posibles cambios en la producción y el consumo a través del internet de las cosas

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La extraordinaria complejidad de la sociedad de producción y consumo llega hasta el punto de que, con frecuencia, la perspectiva desde la que se mira y analiza no sea del todo correcta. Se ha dicho producción y consumo, y no solamente “sociedad de consumo”, porque esta última expresión, a menudo asociada injustamente a un marketing que supuestamente sólo fomenta el “consumismo”, es una expresión que se queda corta. Los hechos muestran que el marketing y la comunicación comercial no necesitan que los defiendan, se presentan como incuestionables técnicas propias de una economía de mercado que puede requerir ajustes y mejoras pero se impone como modelo económico y razonable satisfacción de los consumidores mediante productos y servicios destinados a segmentos de mercado concretos y motivaciones muy diversas.
Una vez que muchas categorías de productos durante décadas habían saturado los mercados de la mayoría de los países, la tecnología vino a abrir nuevas posibilidades a través de la informática, y más recientemente, en concreto a través de los dispositivos móviles y sus aplicaciones, haciendo emerger otro estilo de vida en lo relativo a la comunicación personal, también con consecuencias en las formas de comprar y de ocio, entre otras posibilidades. Pero por si faltaba alguna prueba acerca de que muchas cosas funcionan en red y como un sistema, la tecnología, los productos y sus prestaciones, ya sabemos que están gestando a través del llamado “internet de las cosas” un nuevo cambio en la forma de producir, consumir y rentabilizar las inversiones de empresas y consumidores.
Todo parece indicar que también el uso de los electrodomésticos en los hogares y los automóviles se va a desarrollar a través de internet y con otras formas de consumo, según horas de uso y  tarifas específicas. Entre otros, Richard Soley, investigador del MIT, afirma que dejaremos de comprar aparatos y en lugar de ello se pagará por horas y potencia de uso, añadiendo que la mentalidad de compra y reparación cambiará de forma radical. Es posible que el concepto de obsolescencia planificada y sus consecuencias no deseadas tenga, tal y como se conoce, otro horizonte. Pero de ser así, lo que va a ocurrir también es que denominado consumer journey y la gestión de la satisfacción de los segmentos de mercado encuentre una notable cantidad de información que las empresas habrán de gestionar.

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