Si
se plantea la estrategia como un proceso el primer paso es disponer de toda la
información posible acerca de la situación. Se ha dicho a partir de
investigaciones de mercado que hay versiones y formatos publicitarios que los millenials perciben como más
“intrusivos”. Es lógico pensar que no se puede conocer a los grupos de
consumidores más recientes, y a los que van surgiendo, como se conoce a los baby boomers. No obstante es claro que
se trata de un serio problema estratégico.
Pero
hay que reconocer que los problemas son la esencia de la actualización
constante de los mercados, y no sólo son problemas, como se sabe también son a
la vez, y con cierta frecuencia, oportunidades. El marketing lateral o técnicas como la disrupción se han planteado
esa esencial redefinición de los mercados y las formas de comunicación como el
fundamento de sus aplicaciones.
Incluso
es posible ensayar alguna reorientación de las técnicas de comunicación, su
eventual eficacia y el conocimiento de los segmentos de mercado. Más allá de
debates añejos acerca de las técnicas de comunicación publicitaria, cabe llamar
la atención acerca de si sabe bien, o si se sabe lo suficiente de la actual
percepción e influencia de las palabras, las imágenes gráficas o audiovisuales,
la música como elemento de la comunicación comercial y otros variados, quizá
muy variados, componentes formales del mensaje.
Y
todo ello ampliado a un análisis multivariable que incluya a segmentos
distintos, tan distintos como los millenials y los baby boomers, o más distintos y acaso ahora mismo desconocidos.
Parece razonable reconocer que entre que surgen los cambios en las motivaciones
de consumo, la percepción de los estilos y formatos de comunicación y el
conocimiento, seguramente parcial, de esos cambios, no solo pasa un tiempo sino
que hay unos millones de euros o dólares que se han invertido de manera
aventurada.
A
veces parece que con respecto a los “indicadores
clave de rendimiento” de las inversiones en marketing se anda en circulo y no
se tiene suficientemente presente que deben hacerse propuestas comerciales
relevantes y atractivas para un
segmento, y que por ejemplo, posiblemente no hay que enterrar antes de tiempo a las palabras y
a la redacción creativa talentosa
creyendo que es suficiente “apañar” un espectáculo audiovisual.
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