El storytelling, entendido desde hace años, y según las propias palabras de
C.Salmon., como un recurso para “formatear” las mentes de los consumidores, aprovecha las posibilidades de la retórica
narrativa que pueden desarrollar las marcas. La “historia” que una marca en
concreto intenta situar en la mente de sus clientes es una de las formas de
buscar y lograr la diferencia, la identidad propia de la marca en mercados y
sociedades bastante saturadas de identidades e imágenes de marcas.
Es indudable
que las historias y las comunicaciones retóricas bien enfocadas funcionan en
marketing, pero también es cierto que tal clase de narraciones persuasivas no
son nuevas ni excepcionales como recurso técnico. Lo que comunican las empresas
o las marcas, e incluso las instituciones públicas, no está reducido a aspectos
formales de los mensajes ni a sus pequeñas y particulares “historias”.
En
se ha recogido una información, adjunta a una
encuesta acerca de pequeñas y medianas empresas, según la misma, la
competitividad es probablemente mejorable. Las pequeñas y medianas empresas en
España no tienen la presencia esperada en internet, ni en las RRSS, muchas
carecen de web corporativa. Tampoco
parece que se adapten todo lo posible al e-commerce.
Hace un tiempo
que el storydoing, entendido a su vez
como la influencia de lo que hacen las empresas, y los productos y servicios que pueden vender y que quieren sus
clientes, ha ganado fuerza como forma de complementar unas estrategias que no
deben limitarse a la retórica. Se trata de que las empresas se ocupen y
preocupen de forma efectiva y al máximo por lo que hacen, y no tanto, o no
sólo, por lo que dicen.
Si las pequeñas
y medianas empresas mejoran su presencia online, y se aplican a hacer cosas
interesantes para los consumidores, es posible que mejoren notablemente su
presencia en el mercado, siempre dentro del rango que pueda serles accesible
desde un punto de vista realista.
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