miércoles, 27 de julio de 2016

Innovación y cambio son palabras mayores y un desafío constante hasta para APPLE

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Uno de los principios de la estrategia de los líderes es que ante todo compiten contra sí mismos. Sí, compiten contra las otras marcas, está claro, pero recordar que han llegado al liderazgo, probablemente muchas veces, mediante la autoexigencia, no es una cuestión menor. Y esa autoexigencia puede considerarse casi un sinónimo de la innovación, la innovación como derroche de entusiasmo por una categoría de productos o servicios. Nadie ha hablado aquí de derroche de recursos, costes “disparados” o disparatados, sino de motivación, que no es poca cosa si se enfoca una empresa o un mercado mediante un compromiso indiscutible con la creatividad. Y habrá que dar por supuesto que en la historia de la marca APPLE algo de  creatividad y motivación por la innovación, el cambio y la singularidad ha habido, y se ha personificado en algunos nombres y apellidos, tan significativos que han llegado hasta el relato prácticamente novelesco de sus vidas, en la época del storytelling como técnica de comunicación comercial y política.
Pero competir en la Liga de la innovación y el cambio es un objetivo estratégico muy ambicioso. A poco que se descuiden, y da igual si de manera justa o injusta, las marcas y las instituciones, de un día para otro, pueden ser percibidas como dormidas en los laureles,  anticuadas o superadas. No es sólo una cuestión de investigación y desarrollo de productos, que también, sino que  casi hay una neurosis del cambio y la aceleración de los ciclos de vida, y puede que incluso de los diseños y la estética cuando las cosas llegan a ser más superficiales, banales acaso, pero  esas percepciones del mercado son igual de reales. Si alguna vez el iPhone, alguna versión del iPhone, ha parecido que no era para tanto, APPLE no ha estado a la altura de su Liga, la de los máximos logros en la innovación y los cambios, cambios que se perciben, funcionan y convencen.
En cuanto los resultados económicos no son los mismos de antes, no son crecientes, o parecen que la marca pierde fuelle, algunos “expertos” empiezan a dudar acerca de si el valor intangible de una de las marcas indiscutibles de las últimas décadas empieza a verse como algo menos excelente, sin las garantías de innovación y cambio. Ni más ni menos que en la era de la innovación y el cambio, o  eso se dice y se exige. Otra cosa sería analizar lo sustancial de los cambios, las necesidades y las percepciones de los consumidores.

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