La
fascinación por las herramientas y las técnicas está justificada en muchos
casos, la fascinación por la tecnología también, particularmente cuando sirve
para investigar y crear, por ejemplo si nos referimos al marketing. No obstante
no hay que perder de vista que las ideas o los conceptos fundamentales y
estratégicos son lo esencial de toda técnica, también de la técnica del
marketing. No por azar se habla de marketing online, antes que en línea y en red, y con alcance mundial, se
trata de marketing. Si se lleva un poco más lejos este enfoque, el propio
marketing ante todo ha de tomar como referencia el mercado, o en otra palabras,
a los consumidores y a la competencia. Los puntos de vista sesgados no son, sin
embargo, poco habituales al respecto de los cambios, interpretados como modas
en el peor de los casos, y al respecto de los consumidores, sorprendentemente
descuidados muchas veces.
Si se
dice que muchos consumidores odian los anuncios, y ello no se limita a la vieja
televisión, un “viejo continente”, sino que ya viene alcanzando a internet,
algo falla y los adblockers, tan
polémicos y tan en boca de todos, confirman que algo falla, que algo sigue
fallando y que hay algo parecido a un “efecto tijera” en lo que respecta a cómo
son enfocadas muchas promociones. Se puede deducir que hay un exceso de
mensajes retóricos y poca o mucha menos motivación por verlos, o quizás no hay
ganas de verlos cuando no se desea, sencillamente. Aunque también hay anuncios con millones de
visionados. Pero cuando se dice que muchos consumidores rechazan los mensajes
comerciales no es una opinión, suele haber datos que lo confirman. Cuando se
afirma que tampoco es sobresaliente la
atención al cliente a través de las RRSS, o que es mejorable, no es una ocurrencia sino una realidad.
Acaso
hechos o datos desagradables se tienden a obviar cuando se piensa en las
posibilidades ciertas que las innovaciones tecnológicas ofrecen, pero aún
reconociendo que también en el marketing, y en el marketing online, se va haciendo el camino al
andar, como en el célebre verso, no está de más recordar que nada envejece más que
no pensar. Junto con la actualización o el uso de las innovaciones hay
que reflexionar acerca de cómo se utilizan, porque las innovaciones no funcionan
solas, o dejan de ser novedades pronto.
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