miércoles, 27 de enero de 2016

El marketing y el cine como producto

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De una u otra forma la disparidad entre quién financia un proyecto artístico y quién lo proyecta y realiza, no es ni mucho menos ajena a la historia del arte, ni a la historia del cine si se le quiere seguir llamando arte, y no hay porqué no hacerlo, al margen de las preferencias particulares y de que incluso no sea necesario en absoluto calificarlo como arte.  Llamar al cine séptimo arte, u octavo, noveno o décimo es algo secundario. Más en general, clasificar las ideas o los productos creativos dentro del arte o del marketing no va a negar su auténtica realidad como creaciones con unos u otros públicos verdaderamente interesados por ellas.
Pero si el cine sigue siendo una industria que atrae inversiones, también mayores o menores, y si se siguen haciendo filmes como negocio, o como arte o como negocio y como arte a la vez, es interesante tener en cuenta que recursos que ya no son nuevos, pero que sí están en continuo desarrollo, como el Big Data y el neuromarketing abren más posibilidades para conocer al público. Entendido el cine como producto de marketing hay que tomarlo muy en serio. Entendido como proyecto artístico quizás haya otros matices, y hay opiniones siempre a la mano para verlo así.
Hace unos meses, mejor decir unas semanas, Francis Ford Coppola, coincidiendo con la entrega del Premio Princesa de Asturias, decía que esas películas suyas, tan celebradas después, cuando se estrenaron fueron destrozadas por la crítica. Más recientemente Peter Greenaway ha dicho que “el cine está muriendo muy rápidamente”. Acaso sólo hay que ver qué punto de vista se está aplicando. Pero es posible que, como ocurre también con el arte y el mercado del arte, sencillamente se trate de dos realidades relacionadas pero distintas, y hasta es posible que esté bien que sea así, o en cualquier caso es así y hay que reconocerlo y considerarlo.
Que la minería de datos o el Big Data es una base de análisis excelente para el marketing, y por qué no también para las películas como producto en el conjunto de su marketing mix, es algo a tener en cuenta. Si es la adaptación a los gustos del consumidor lo que guía el proyecto, el principio y el fundamento son comerciales, no es el de cambiar las tendencias del arte, aunque también podría ocurrir algunas veces, y el cine no está al margen de esa posibilidad.

miércoles, 20 de enero de 2016

Lo que pasa y lo que queda de las crisis




Podría ser que la auténtica valoración de lo que ocurre con las empresas, sus marcas o sus productos, estuviera relacionado y concentrado en esa expresión, “lo que pasa y lo que queda”, y con probablemente múltiples versiones o manifestaciones, más o menos explícitas o implícitas, y que las empresas y sus departamentos de marketing y relaciones públicas deben conocer lo mejor posible. Toda estrategia, storytelling, feed-back o retroalimentación, y toda serie estadística de datos, ventas, beneficios, notoriedad de marca, o como se quiera entender la actividad comercial de las empresas, parece lógico que pueda referirse a algo parecido a una “huella biológica”, de la vida comercial en este caso. Hasta puede ser una forma más de analizar y valorar el “ciclo de vida” de cada producto de una empresa, un concepto añejo del marketing, el de ciclo de vida, pero válido como forma de orientar estrategias y adaptarlas.
Sin necesidad de recurrir a Bruce Lee o al taoismo, sin necesidad de asociarlos a una campaña publicitaria muy notoria en su momento, a los obstáculos que pueden ser aprovechados como escalones, o a los problemas que pueden ser a la vez oportunidades, sin necesidad de remachar la relevancia del reciente caso de otra gran empresa automovilística y su “reconocida” crisis, parece claro que las crisis pueden ser a la vez que inevitables, antes o después se sabe que acontecen, un factor de la vida de las empresas tan importante como adaptarse al mercado o reinventarlo en su beneficio. Pero las crisis antes de las RRSS y después de las RRSS pueden ser diferentes. Con el tiempo puede llegarse a ponderar, en la medida de lo posible, si los social media han cambiado la influencia, la duración y lo que queda de las crisis. Más allá de interpretaciones apresuradas y sin perspectiva, esperamos que se irá conociendo cómo cambian la digitalización y el entorno online las consecuencias de una “crisis”. Algunas conclusiones se van obteniendo, pero posiblemente vendrán más. En cualquier caso, reaccionar con rapidez y disponer de un buen equipo de crisis, así como reconocer errores, siguen siendo recursos que quienes investigan las crisis en el ámbito online y de las RRSS valoran como esenciales. Hay cuestiones interesantes que plantear, como si hay en la actualidad más crisis que antes de la digitalización y la expansión de las opiniones de los consumidores, o si se resuelven mejor, y hemos de estar atentos, a los casos y a las investigaciones que puedan ir apareciendo.

miércoles, 13 de enero de 2016

Las relaciones entre marketing y tecnología de la información o entre estrategias y datos

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Que la relación entre los departamentos de marketing y los de tecnología sea mejorable, o que deba ser un objetivo siempre presente el mejorarla, son puntos de vista comprensibles y razonables. Pero que “sigan sin entenderse”, o que tengan que mejorar mucho, tiene algo de humor negro, por lo menos si se reflexiona acerca de las extraordinarias posibilidades que se sabe que existen en la actualidad al respecto del archivo, procesamiento y análisis de datos. De cualquier forma que se mire no es, o no sería, razonable la falta de entendimiento o de colaboración.
A pesar de lo que se afirma a veces, no cabe imaginar historietas similares a las legendarias en el ámbito de la publicidad y creadas por Daniel Solana con el título de “Creatas y Ejecutas”. Las diferencias en los puntos de vista profesionales y técnicos entre el marketing y el análisis y el tratamiento de datos, no tienen otro fin ni otro final que el entendimiento, y no sólo por la necesidad de servir ambos a las empresas, sino porque por encima de los matices o las causas de cualquier desfase, cuando se produzca, no hay sino una  necesidad de disponer de datos, “métricas” e información que fundamente las estrategias comerciales y sus resultados.
En el proceso de aplicación de técnicas de marketing y comunicación inevitablemente hay que combinar objetividad y subjetividad, análisis racionales e intuición, por llamar así a esa forma de pensar y decidir que es una realidad y que se apoya en la experiencia y en procesos rápidos de selección de datos y decisiones que, no obstante, no garantizan un buen resultado,  pero existen y son una realidad casi cotidiana. Del mismo modo que un buen redactor o copy no es simplemente el resultado de leer toda la bibliografía habida y por haber acerca de la redacción,  ni de seguir los consejos de un reputado profesional de éxito contrastado, una decisión estratégica de marketing acertada no es, o no puede ser, sólo el resultado de disponer de buena información y actualizada. Sabemos que la realidad es  más compleja, y a la vez más estimulante, y a veces, sólo a veces, gratificante a través de los resultados. En cualquier caso, es probable que siga siendo también real  que la colaboración entre el marketing y la tecnología de la información favorezca que los más experimentados e intuitivos profesionales vean auténtica información donde otros sólo ven datos.