Es parte de la
historia del marketing y la publicidad dudar mucho acerca de la eficacia de las
inversiones. Cuando se decía que la mitad de lo que se invertía iba a la basura,
pero que no se sabía cuál era esa mitad, era otra época, pero siempre ha sido
importante, y lo sigue siendo, medir lo mejor posible los resultados.
Se ha llegado a
incluir la evolución de las estrategias de
negocio de Google en una línea histórica iniciada por Frederick Winslow
Taylor y el denominado “taylorismo”. Así lo hace Nicholas Carr en su análisis
de las posibilidades y efectos de una cultura digital en internet. En
definitiva Google es cierto que ha ido precisando su aprovechamiento comercial
del servicio de información que ofrece y que forma parte de un nuevo mundo y
una época en la civilización.
Es cierto que
el plazo de tiempo es muy amplio en ese enfoque
histórico y muy diversos los
ámbitos a tener en cuenta, pero también hay que reconocer que en esa visión
domina una estrategia basada en medir tiempos, rendimientos y organización del
trabajo o las inversiones. Así ocurre también con el conocimiento de los
públicos y la valoración económica de los canales de comunicación.
El conocido
como Real Time Bidding, y el análisis
de datos relativos a audiencias en función de la segmentación del mercado, los
canales y soportes potenciales para la información, es un paso más en la
progresión de la medida de la eficacia. De diversas formas han ido surgiendo
diferencias asociadas a cambios tecnológicos. Hace décadas las empresas podían
elegir estar o no en medios como la televisión, en la actualidad no tienen
prácticamente elección y están inevitablemente en medios como las redes sociales.
Hace décadas también, la información sobre audiencias efectivas y resultados
era más imprecisa, por el contrario en la actualidad existen grandes cantidades
de información automatizada al respecto de determinados canales, siendo el
entorno online algo muy destacable en tal sentido.